
Temps de confinament con Biela y Tierra
Hoy en el ciclo “Temps de confinament. Ciutat, habitatge i societat postcovid” entrevistamos a Biela y Tierra.
¿Cómo os presentaríais?
Biela y Tierra es un proyecto que nació en octubre de 2018 de la ilusión y el trabajo de 4 amigas: Sole López, periodista, Cristina Vázquez diseñadora industrial, Ana Santidrián doctora en ingeniería química y medio ambiente y Edurne Caballero bióloga. Preocupadas por la crisi ecosocial a la que nos enfrentamos y sabedoras que en el mundo rural hay mucha gente construyendo alternativas para superar estos retos, decidimos ir a conocerlas y contarlo. El 1 de junio empezamos una ruta de más de 2.800 km en bicicleta durante 4 meses. Ana y Edurne pedaleaban. Cris y Sole recogían los materiales y hacían magia para que desde sus casas la gente pudiera seguir el viaje y aprender que nuestra Alimentación es motor de cambio. En nuestra página web tenéis acceso a todos los materiales que editamos: cuadernos de campo, videos y podcast. Esperamos que los disfrutéis!
¿Qué dos aspectos priorizarías cambiar de los espacios que habitas (vivienda, ciudad, pueblo, …): movilidad,espacio de relación (comunitarios, calles, etc.), servicios de proximidad, presencia de verde, infraestructuras como internet o energía, tipología comercial, recursos de proximidad, la participación ciudadana en cuestiones urbanas, infravivienda, etc.? ¿Qué aporta más la reflexión provocada por COVID-19 sobre tus prioridades?
Dos aspectos nos parecen pocos, se nos ocurren más… al menos uno a cada una…
Cris: Pues en las casas, priorizo tener más contacto con materiales naturales de obtención local: madera, piedra, tejidos naturales, algodón, lana, cáñamo, lino… Habitar la sencillez y la simplicidad para construir espacios cálidos, acogedores y cómodos para nuestro cuerpo y nuestra mente. Considero además que es urgente una gestión soberana de los residuos que generamos, favoreciendo por medio de los espacios los canales de reacondicionado y reutilización de productos.
Edurne: Para mí es esencial el contacto con la naturaleza, dentro y fuera de casa. Sentir y vivir siguiendo esos ritmos naturales, tenerlos presentes, integrarlos. En las zonas rurales este contacto es más directo, se tiene la naturaleza a la puerta de casa, aunque cada vez los estilos de vida urbanos, basados en lo artificialmente construido, van cobrando más espacio también en las zonas rurales.
Sole: Pues yo priorizaría lo colectivo y lo artístico como un elemento esencial, tanto en ciudades como en zonas rurales. El alimento del alma, cultivar relaciones sanas, cuidarnos entre todas, y construir relaciones de confianza en nuestro día a día, que pueden pasar por grupos de crianza, el comercio de proximidad, encuentros vecinales para la celebración y el apoyo mútuos. A vecinales, como se llama aquí en Aragón al trabajo colectivo para el beneficio de la comunidad.
Ana: Priorizaría la movilidad autónoma humana, ir a pie o en bicicleta, sobre la dependiente de energía, coches y vehículos a motor, fuera de la economía dominante. Con esto también se consigue dar centralidad a las personas en la ciudad, y dejar los coches para desplazamientos hacia el exterior.
Y en las zonas rurales urge dotarlas de servicios. No servicios mínimos (no estamos en huelga) sino garantizar a toda la población los mismos servicios y la accesibilidad a las comunicaciones e infraestructuras (transporte, internet, etc…) y esto pasará por compartir, por lo comunitario… Hacer más eficientes los recursos a través de su uso colectivo y compartido.
Y por supuesto, no podemos dejar a un lado la centralidad del alimento: sano, justo y sostenible. Porque urge un cambio de modelo, y nuestra alimentación tiene un papel fundamental para ser motor de cambio. Priorizar la agricultura familiar y la ganadería extensiva, fomentar mercados de productores de proximidad y ecológicos, comedores colectivos para recuperar el ritual de la comida en comunidad, escuelas y hospitales con menús locales y saludables, espacios de encuentro entre quienes producen y quienes consumen, el pequeño comercio como aliado imprescindible.
¿Crees que serán posibles estas transformaciones con el postcovid? ¿Se te ocurre alguna acción concreta para llevarla a cabo?
Los 5 ejemplos que hemos puesto están íntimamente relacionados con reflexiones que muchas personas han tenido a lo largo de esta pandemia y que han estado presentes en foros de debate. Y para cada uno ya existen ejemplos vivos y concretos que están funcionando.
Cris: Hemos pasado mucho tiempo en nuestras casas. Tiempo para reflexionar sobre cómo son esos espacios, qué necesitamos. ¿Son saludables? ¿Cumplen nuestras necesidades? ¿Y los muebles? ¿Y en la cocina, qué tenemos? ¿Qué objetos necesitamos verdaderamente? La Bioconstrucción nos ofrece alternativas para hacer de nuestros hogares “casas para vivirlas, para desear estar en casa. Para que te dé el solecito en invierno y estar fresquito en verano. Casas para la vida, para vivir mejor” como nos decía Sara de Ekosua, a la que visitamos a lo largo de nuestra ruta en Bigüezal junto a Iñaki Urkía.
Edurne: El contacto con la naturaleza y los espacios naturales es un elemento clave y una parte importante de la población se ha dado cuenta. Reverdecer las ciudades parece algo necesario y posible. Ya durante la pandemia los parques, jardines, y alcorques de los árboles se asilvestraron y sorprendieron a vecinas y vecinos. ¡Sigamos! ¡Démosles vida! Plantemos en los alcorques, como hacen el Comando Borraja en Navarra, llenemos los solares de huertas comunitarias, como la huerta de Capiscol en Burgos o el huerto del Rey Moro en Sevilla, transformemos los patios de las escuela e institutos en bosques comestibles, como en el IES Aguas Vivas de Guadalajara junto a la gente de La Emboscada. Ya está ocurriendo.
Sole: Acciones colectivas y comunitarias ¡hay tantas por hacer! Pero quizá todo aquello vinculado al arte comunitario sería lo más necesario y efectivo en estos momentos. Circo Social, Teatro Comunitario, Orquesta Escuela… Apoyar y participar en proyectos como Harinera Zgz, espacio de arte e innovación centrado en la cultura comunitaria y basado en una gestión público-privada construida desde el asamblearismo y el fomento de la participación. Porque el derecho de acceso a la cultura y la democratización de la gestión de las instituciones públicas es un paso necesario. Y en zonas rurales hace tiempo que se mueve, en Nalda, el Colletero y Panal son un claro ejemplo.
Ana: En relación a la movilidad: BICI, BICI Y MÁS BICI: porque es el vehículo más eficiente que existe, porque es salud, porque es esfuerzo, porque ¡es para todas! Fomentar las culturas ciclistas en todos los ámbitos, desde pequeños en la escuela y en las familias, como medio de transporte, como ocio, como medio para conocer otros lugares con el cicloturismo. Ciudades amigables: ciudades ciclables. Promover el uso de la bicicleta como vehículo prioritario en todas las ciudades es imprescindible y más actualmente con la lucha contra la covid 19. La bici es un vehículo que permite mantener la distancia de seguridad; descongestiona el transporte público y contribuye a mantener bajos niveles de contaminación, que es un factor crítico de transmisión del virus.
Y para las zonas rurales, recuperar las bicicletas para todas las edades, y no solo para deportistas! La bicicleta no es sólo deporte, es también movilidad, es cuidados, es compartir, es libertad. Y como complemento a la bici, sobre todo en las zonas rurales, se necesita un transporte público decente, porque actualmente si no tienes coche lo tienes muy complicado. Por eso, es urgente que Renfe restaure los horarios y paradas de los trenes regionales. El mantenimiento de las líneas de tren existentes es vital. No podemos dejar morir las líneas de tren.
Y cambiar la mala política que Renfe lleva respecto al transporte de bicicletas en sus trenes. Es un sinsentido que no se pueda transportar la bici sin desmontar en los trenes y/o que haya que pagar por ello. ¡Tren y bici es el tándem perfecto y necesitamos medidas que lo faciliten! Un ejemplo es la FEVE, el tren de vía estrecha que recorre la cordillera cantábrica uniendo muchísimos pueblos… y que están dejando morir.
Edurne: Y acciones concretas para el alimento, primero apoyar a quienes producen porque son la base de la cadena. Sin agricultoras, sin pastores, sin queseros y queseras, sin fruticultores, sin ganaderas… no tendremos cómo alimentarnos de manera sana y sostenible. Si la producción queda en manos de los grandes, de las grandes empresas y del capital, su objetivo principal no será producir alimentos saludables y sostenibles para la población, su objetivo es y será la rentabilidad económica.
Y para ello es necesario que desde las esferas políticas y la administración se tome conciencia de su importancia estratégica, se les apoye y se facilite su labor. Desde la sociedad hemos de organizarnos y presionar para que se legisle y se actúe a favor de una producción que proteja a la agricultura y ganadería familiar, a las pequeñas granjas, a la producción agroecológica… pero además se favorezca el consumo de cercanía, se apoyen los Circuitos Cortos, se recuperen los mercados de productores, se prioricen en la compra pública los productos locales y sostenibles. Como hicieron en Azpeitia con Elikagunea, como están haciendo en Navás, como hacen desde las escuela infantiles en Pamplona, o se está impulsando desde la Red de Ciudades por la Agroecología ….
Y al margen de la acción colectiva e institucional, cada una de nosotras, podemos apostar por un Consumo Consciente y Transformador, que no sólo satisface una necesidad o un deseo individual, sino que tiene en cuenta las implicaciones económicas, sociales y ecológicas en el momento de elegir entre las distintas opciones que ofrece el mercado. Estar informadas, ser críticos y hacer de nuestro carro de la comprar, nuestro carro de combate.
¿Habrá un aumento de migración de las ciudades a los pueblos en consecuencia del confinamiento por coronavirus y el aumento del teletrabajo? ¿Qué medidas habría que plantear ante esta posible migración?
Sole: Sería una gran noticia que dejáramos de vivir “apiñados” en las ciudades y nos distribuyéramos por el territorio. De hecho es algo que ha de ocurrir si queremos vivir en equilibrio con los recursos de los que disponemos. Porque no olvidemos que el 100% de los recursos se encuentra en las zonas rurales, así que residir tan alejados de lo que necesitamos para vivir es un sinsentido. Ya se está viendo, especialmente en las zonas rurales más cercanas a grandes núcleos de población, como es casi imposible encontrar casas ya no digo de alquiler, sino incluso de compra.
Ana: Pero este proceso de “vuelta al campo” no tendrá sentido sin desarrollar el sector primario, que no debe ser el único, pero sí un sector fundamental. Fomentar la resiliencia de los territorios, y dotarlos de los recursos y servicios necesarios es un reto necesario. No podemos convertir las zonas rurales en zonas dependientes de recursos que vienen de fuera. Dejar de vivir en las ciudades ha de suponer también dejar de vivir “como” en las ciudades. Durante esta pandemia se está haciendo evidente que las condiciones de vida en las urbes no nos gustan: pisos pequeños, falta de espacios verdes, de luz, de vida… Pero vivir en el pueblo significa también adaptarse al modo de del medio rural y no seguir viviendo como en la ciudad, pero con unas mejores condiciones habitacionales.
Cris: Si, la llegada al mundo rural ha de ir vinculada con conectar con los ritmos de la naturaleza y respetarlos. Gozar de nuestro tiempo y de ritmos más pausados. Sin tantos estímulos externos. Disfrutando de un ocio que conecte con la naturaleza y el entorno y descubrir todo lo que nos ofrece para mayores, jóvenes, niñas y niños: paseos, recolección de frutos, aventuras, deporte, descubrimientos…
Sole: Y adoptar el apoyo mutuo como herramienta indispensable para vivir y construirnos. En los pueblos hay pocas personas, se conocen, están pendientes de las necesidades, se preocupan y ocupan unas de otras. Las dinámicas que tradicionalmente se han dado en las zonas rurales que atienden de manera comunitaria las necesidades colectivas. En cada lugar tiene un nombre pero un mismo objetivo.
Edurne: Y aprender que en las zonas rurales el grado de autosuficiencia es mayor, porque tienen más acceso a los recursos y porque es una necesidad, ya que los bienes y servicios que llegan a esas zonas son menores.
¿Cuáles son los principales retos para mantener y recuperar la población en los pueblos?
Sole: Lo primero debería ser favorecer que la gente pueda instalarse en los pueblos, se necesita acceso a vivienda de alquiler. Con proyectos de colaboración público privada, como en navarra, con Nasuvinsa, un proyecto para favorecer el alquiler en zonas rurales, apoyo a la rehabilitación de edificios con obligación de dedicarlos al alquiler y es la administración la que intermedia. O con incitivas como los que se han desarrollado en Artieda, con Empenta Artieda un proceso participativo para definir de manera colectiva cuáles deben ser las estrategias para atajar la despoblación.
Ana: A parte de la vivienda, dotar de servicios a las zonas rurales es esencial, servicios que cada vez más se recortan: más centros de salud o consultorios médicos, escuelas y centros de formación, acercar la administración para poder hacer los trámites. Todo esto son impedimentos para que las personas decidan apostar por vivir en un pueblo, porque vivir en el mundo rural no puede ser solamente una cuestión de militancia. La despoblación es un problema que no solo tiene que ver con la demografía, sino también con las medidas fiscales, con el ámbito jurídico, con lo económico, con la administración pública e incluso con el sistema de gobernanza.
Cris: Y ya no hablamos de las comunicaciones. Mucho se habla de la era de la digitalización pero las conexiones en las zonas rurales son, por lo general, muy malas. Baja velocidad de datos, irregularidad en la conexión… y sus habitantes en las manos de compañías que no los consideran prioritarios. Pero existen alternativas que se están construyendo desde lo rural, como el proyecto guifi.net que está creando una red de telecomunicaciones abierta, libre y neutral con el desarrollo de esta infraestructura mancomunada que facilita el acceso a las telecomunicaciones en general y en la conexión a Internet de banda ancha. Están implantando muchos proyectos en zonas rurales para dotarlas de conexión y autonomía.
Edurne: Y algo que es esencial es que se entienda que la realidad de las zonas rurales es diversa y compleja y dista mucho del modelo urbano. Es esencial poder gestionar directamente los recursos naturales desde el territorio, poder disponer de ellos de manera colectiva y enfocados al bien de sus habitantes y del medio natural. Es necesario adaptar las normativas a una realidad que necesita diversificarse y no uniformizarse, que necesita muchos proyectos pequeños en lugar de pocos grandes. Es imprescindible que se tengan en cuenta los servicios al medio ambiente que se genera mantener el medio rural y como es vital para la sostenibilidad a nivel global.
Vivir en un pueblo, ser rural ha de ser un orgullo no sólo para los que allí viven sino también reconocido desde las ciudades.
Para finalizar, estamos haciendo una colección de palabras en relación a “la ciudad que queremos”. ¿Cuál es la primera palabra o idea breve que te viene a la mente con este enunciado?
Una ciudad para la VIDA, en mayúsculas, la vida de las personas, la vida de los seres vivos, la vida de los ecosistemas naturales, la vida para las generaciones presentes y futuras.